Chile mejora pero se mantiene como uno de los sistemas tributarios más complejos para las empresas multinacionales

En la última década, el sistema tributario chileno ha cambiado de forma periódica, con sucesivos gobiernos que se embarcaron en reformas impositivas de distinta magnitud. Todas con distintos focos, pasando desde la simplificación hacia la recaudación proveniente de los contribuyentes de más altos ingresos.

En este sentido, la cantidad de modificaciones a las que ha estado expuesto el sistema se ha reflejado en la percepción del cumplimiento de parte de las empresas multinacionales, quienes ven a Chile como una de las jurisdicciones más complejas en ese sentido.

Así lo muestran los resultados del Índice de Complejidad Tributaria, elaborado por investigadores de las universidades de Paderborn y Munich en Alemania, que mide desde 2016 los ajustes a las normativas fiscales que enfrentan las corporaciones multinacionales en más de 100 jurisdicciones.

Luego de debutar en el lugar 83 entre 100 naciones en el primer ranking en 2016 y tras ubicarse en la posición 44 entre 58 dos años más tarde, en 2020 el país anotó una leve mejoría en su puntaje total, para situarse en el peldaño 49 entre 69 países en el conteo.

Así, su lugar en el ranking es cercano a China y Portugal y está por sobre Estados Unidos, Eslovenia y la República Checa.

Según el sondeo, Chile muestra el puntaje más bajo en la categoría de complejidad de su código tributario, que se compone de 15 temáticas como, royalty, reglas para la tributación de empresas controladas en el exterior, tributación de los dividendos y ganancias de capital, por citar algunas. Los puntajes más bajos se registraron en la normativa ligada al combate a la evasión y el tratamiento de las pérdidas, mientras que la mejor nota se la llevaron los impuestos adicionales a los contribuyentes extranjeros y el tratamiento fiscal a los grupos empresariales.

En la segunda categoría, sobre marco fiscal y compuesto por cinco subtemas, el punto peor evaluado es lo relativo al proceso de promulgación de las leyes tributarias, mientras que el mejor considerado es sobre pagos y declaraciones de gravámenes.

El sistema tributario menos complejo para las multinacionales, según el conteo, es el de las islas Mauricio, seguidas de Singapur, Suiza, Finlandia y Chipre. El top 10 lo cierran Lituania, Hong Kong, Bielorrusia, Suecia y Noruega.

En el otro extremo se posicionan Croacia, Italia, Colombia, Bélgica, India, Costa Rica, Ucrania, Filipinas, Pakistán y Brasil.

Cómo se construye el índice

De manera bianual, los investigadores a cargo del índice envían un cuestionario a expertos locales, firmas de asesoría tributaria y redes de especialistas, a partir de lo cual construyen el citado índice.

Los principales hallazgos de la última edición, publicada el año pasado, es que en 58 de 110 países la complejidad de sus sistemas tributarios aumentó respecto al sondeo previo, siendo la principal razón la ligada a la regulación de los precios de transferencia a nivel global.

Según el reporte, aquello se explica por la "altamente compleja" documentación requerida y las "ambigüedades" en las regulaciones.

"Los precios de transferencia en materia tributaria probablemente serán caracterizados por su enorme complejidad en el futuro también, incluso si las más recientes resoluciones del G7 sobre tributación corporativa global son implementadas", explicó la profesora de tributación empresarial en la Universidad de Padenborn, Caren Sureth-Sloane.

Otra de las áreas donde el estudio detectó complejidades se relaciona con la calidad de las normativas fiscales, las evaluaciones tributarias, y la "impredecible" extensión del período en el que se presentan las objeciones y se reciben las decisiones a nivel judicial-tributario, por citar algunas.

"A menudo hay una espera muy larga, la cual crea incerteza. Lo mismo ocurre para los procedimientos de acuerdos internacionales mutuos, lo que los hace una herramienta menos atractiva para resolver disputas", agrega la directora del Instituto de Tributación Corporativa de la Universidad de Munich, Deborah Schanz.